Post para leer con un mate en la mano!

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Ayer fui a la Exposición Rural. Siendo domingo tuve la precaución de ir temprano porque le huyo a las multitudes. A las 11 de la mañana, mi hija menor, una amiguita y yo, estábamos ahí.
Yo no había ido nunca, o al menos no recuerdo si de chica fui alguna vez, de manera que estaba entusiasmada con el paseo.
Les adelanto que me gustó, solo que mi post de hoy tendrá otra visión del asunto.
Entramos a un pabellón La primera impresión fue olfativa. Deben saber que el olor me volteó. Mamiiita, que baranda! Bueno, estaba lleno de animalitos de Dios, no voy a pretender que tenga perfume a jazmines! Ok, ok!!
Era como un supermercado con muchas góndolas, y cuando digo muchas, son muchas, llenas de jaulas con gallinas, gallos, chinchillas, patos y conejos. ¡Nunca vi gallinas de tantos colores! Las gallinas no nos prestaron mucha atención, estaban en otra. Pero los gallos me miraban de arriba, altivos, orgullosos, como diciendo: "¡Ojo!, ¡no te hagas la viva que acá mando yo!"
Por un momento, cerrando los ojos dejé volar mi imaginación, y me sentí en una película tipo Marabunta, que los mas jovatelis deben recordar. (Para los que no lo saben, yo sufrí de fobia a los animales, si les interesa, sigan el link) Me vi paradita ahí, rodeada de bichos ruidosos. De todos lados se escuchaba un kikiriki furioso. No pude dejar de imaginar que, por alguna fortuita razón, las jaulas se abrían de golpe y yo quedaba indefensa ante un aluvión de plumas y cocoreos. Y, sepanló, a mi las únicas plumas que me gustan son las de las vedettes!
Igualmente, creo que esos gallos atrasan, porque yo fui temprano, pero había amanecido hacía mucho tiempo ya! Por ahí estando lejos de su habitat natural pierden la noción del tiempo, no sé!

Luego de pasear otro rato y ver caballos de todas las marcas (?), de ver muchas vaquitas y gauchos, y salamines y quesos de campo, rumbeamos hacia un pabellón que era de empresas. Muchas empresas relacionadas con el campo tenían un stand.
Las niñas, como buenas infantes querían jugar a todos los juegos que promocionaban. Juegos de video, algún multiple choice sobre el azúcar y sus propiedades, alguno sobre la celulosa, también podías sacarte una foto con tu carucha en la imagen de Mamá Luchetti.....y acá es donde yo caí en la cuenta de que era lo que me molestaba de todo esto. No eran los juegos, no era la cantidad de gente, sino que eran las mamás de los párvulos que pululaban por ahí.
Había una parva de madres con hijos, que hacían cola para todo. Pero era como compulsivo. Empujaban, se codeaban, se colaban descaradamente. Arriaban a esos pobres críos y los alentaban a que pasen: "Dale, dale, metete!!", "Dale, jugá bien, a ver si te ganás algo!"
Pordió! Dejá a ese chico tranquilo, ¿no ves que no quiere que lo empujes?.

Yo me pregunto, esta gente, ¿será capaz de hacer cualquier cosa solo porque algo es gratis?
Y mi paciencia tiene un límite, tomé a mis niñas, y nos fuimos a sacar fotos con los caballitos, que son mas buenos y mas lindos que esas viejas bigotudas!
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